No, no soy banquero.
Pero podría haberlo sido (ahora te cuento).
Tampoco soy mentiroso.
Mis padres me enseñaron que mentir está feo.
Muy feo.
Vamos a lo primero ... a eso de que podría haber sido banquero.
Pues verás, en 1995 me dieron una beca de prácticas de empresa para trabajar en un banco.
Fueron solo 3 meses durante un verano, pero me sirvió para darme cuenta de que no me gustaba aquello.
A veces había que mentirle a los clientes para convencerles de que compraran los productos que el banco quería vender en ese momento.
Y como ya te he dicho antes, mentir está feo.
Muy feo.
No me gusta la mentira y tampoco me gustan los mentirosos, banqueros o no.
Bueno, de aquella experiencia veraniega han pasado casi 25 años ya.
Al final no me hice banquero, pero he tenido que sufrir a los bancos durante toda mi vida.
De manera directa, en mis propias carnes o en las de familiares cercanos.
Y de manera indirecta, escuchando los casos de personas normales y corrientes, como tú o como yo, a los que ayudo a mejorar su relación con el dinero.
Mira, los bancos son odiosos ... pero son necesarios.
Simplemente has de saber cómo intentan mentirte para evitar caer en sus trampas.
Y de todo eso es de lo que hablo en "El blog del banquero mentiroso".